Señor, tu nos dijiste que nos cumplirías deseos
A los que somos sinceros de corazón.
¿Quieres saber que te pedimos
Queremos pastores arropados bien,
Regalándoles tu mismo la armadura…
Sin parecerse a los artistas,
Que no tengan “lentes oscuros”
Que oculten el espejo del corazón como brilla,
Cuando piensan en la plata…
Predicándonos de la sencillez de Cristo,
Admirando como suena desde el pulpito,
El timbre de su voz.

Queremos que cuando ellos nos predican,
Tu mismo seas quien esté presente entre nosotros
Y no periodistas por haberles vendido la exclusividad
De nuestra Boda Contigo.

Queremos que “se pudra el yugo a causa de la unción” (Isaias 10:27)
Y que no se roben de Tu gloria
Por sentirse hasta mejores parlantes que Salomón.
No queremos pastores caídos de la gracia por incompetentes,
No queremos filisteos en el lugar más santo de Tu Templo,
Teniendo otros dioses paganos en sus corazones.


(2)

Queremos moradores con el shofar ungido,
Rodeados de panderos… regocijándose con el pueblo
Sin tener pendientes asuntos personales,
Que no tengan los ojos apuntados
En la cartera del pueblo.

No queremos pastores presumidos,
Teniendo más dones que Pablo,
Hablar hasta veinte idiomas del cielo,
Pero… que les falte el amor.
No queremos címbalos que retiñen desde el pulpito,
Impresionando hasta a la reina de Saaba con tantos diplomas
Que llenan los murros de sus oficinas… ¡pobres clavos!
Teniendo afuera estacionado su orgullo.

Oh Padre… ¿Qué queremos
Pastores que tengan corazones como el del pequeño David,
Quitando las ovejas con fuerza
De la boca hambrienta del león.
Que llamen a la lluvia cuando el corazón esté afectado de sequia,
Ordenándole con autoridad al sol como Josué,
Quedándose más tiempo en el cielo,
Para deshelar a los que antes eran tan ardientes
Y que ahora son icebergs náufragos en el Polo Norte.


(3)

¡Padre, es todo lo que nosotros queremos!
Que cuides Tu ganado…
Dándonos mejores guías para revelarnos el cielo en sus vidas,
Para encontrarnos al final del túnel,
Escuchando el estruendo de las aguas…
Mezclándonos con la “ gran multitud” en el cielo,
Gozándonos en las bodas del Cordero.

MARCEL VASILACHE