Bendigo querido Padre tus ojos,
Por verme llorando por culpa de los fanfarrones
Y riendo coronado por Ti de favores,
Siendo corregido siempre
Cuando mis pies han resbalado.
Bendigo mi Señor Tus oídos,
Por escuchar siempre la voz desde mi cueva,
La ceniza de las flechas lanzadas hacia mí,
Cuando tenía a mi derecha diez mil.
Te alabo Señor por tu boca,
Por ordenar a Tus ejércitos que me protejan,
Por maldecir a los que me han maldecido
Y por bendecir a los que me han bendecido.
Querido Padre, bendigo Tus mejillas,
Por recibir las lagrimas de Tu pueblo
Arrodillado injustamente, teniendo amigos como los de Job.
Bendigo Padre Tu pecho,
Por recibir mi cabeza en descanso,
Cuando el manantial de piedras me acercaban
A verte en cada golpe…
Llenándome el pozo para calmar la sed de los extraños.
(2)
Me arrodillo Señor agradecido por Tus manos,
Por saber acariciar a Tu pueblo…
Por usar a tiempo el látigo…
Direccionándonos hacia la puerta estrecha,
Entendiendo que somos hijos Tuyos…
¡Y no de prostitutas!
¡Bendigo Tus pies Señor!
Por caminar entre nosotros,
Aplastando cabezas de “anacondas”
Y por pisar las nubes…
Cuando rodeado de gloria,
Vas a recibirnos a todos en Sion.
Muchas más razones tenemos Señor,
Para alabarte… ¡el honor Te pertenece!
“El trigo” cuida tus viñedos
Con el cabello empapado de rocío,
Sosteniendo la copa siempre llena y levantada,
Estando preparados para que Tu mismo nos abras la puerta.
¡Gracias Señor!
MARCEL VASILACHE
Por verme llorando por culpa de los fanfarrones
Y riendo coronado por Ti de favores,
Siendo corregido siempre
Cuando mis pies han resbalado.
Bendigo mi Señor Tus oídos,
Por escuchar siempre la voz desde mi cueva,
La ceniza de las flechas lanzadas hacia mí,
Cuando tenía a mi derecha diez mil.
Te alabo Señor por tu boca,
Por ordenar a Tus ejércitos que me protejan,
Por maldecir a los que me han maldecido
Y por bendecir a los que me han bendecido.
Querido Padre, bendigo Tus mejillas,
Por recibir las lagrimas de Tu pueblo
Arrodillado injustamente, teniendo amigos como los de Job.
Bendigo Padre Tu pecho,
Por recibir mi cabeza en descanso,
Cuando el manantial de piedras me acercaban
A verte en cada golpe…
Llenándome el pozo para calmar la sed de los extraños.
(2)
Me arrodillo Señor agradecido por Tus manos,
Por saber acariciar a Tu pueblo…
Por usar a tiempo el látigo…
Direccionándonos hacia la puerta estrecha,
Entendiendo que somos hijos Tuyos…
¡Y no de prostitutas!
¡Bendigo Tus pies Señor!
Por caminar entre nosotros,
Aplastando cabezas de “anacondas”
Y por pisar las nubes…
Cuando rodeado de gloria,
Vas a recibirnos a todos en Sion.
Muchas más razones tenemos Señor,
Para alabarte… ¡el honor Te pertenece!
“El trigo” cuida tus viñedos
Con el cabello empapado de rocío,
Sosteniendo la copa siempre llena y levantada,
Estando preparados para que Tu mismo nos abras la puerta.
¡Gracias Señor!
MARCEL VASILACHE